viernes, abril 26

Aprende a cultivar la Paciencia

Alcanzar la sabiduría, el bienestar y el crecimiento espiritual es un asunto de paciencia, sobrevivir e intentar ser felices en un mundo tan convulso, cambiante, inmediato y confuso como el nuestro, es también un asunto de paciencia.

Paciencia es una palabra que deriva de forma directa de un término más universal: PAZ. Y si vas más allá y fragmentas la palabra, te encuentras con una frase poderosa que engloba su esencia: Ciencia de la Paz.

La gran enseñanza en la que quiero enfocarme hoy es que la paciencia es una virtud que puede entrenarse.

Nadie nace siendo paciente, una muestra de ello son los bebés que lloran cuando sienten hambre, y es con la experiencia y la formación de hábitos que aprenden que, aunque tengan hambre, si esperan, le darán su alimento. De Igual forma, a través de la educación, el niño va aprendiendo que muy pocas cosas pueden ser satisfechas de forma inmediata.

Es la paciencia la que evita que caigamos en la trampa de la inmediatez, el desespero y la impulsividad, el primer paso que debemos dar para alcanzarla, es reconocer que somos impacientes, que nos dejamos dominar por los impulsos y las emociones; el segundo paso es identificar los factores que nos alteran y una vez identificados, proceder a trabajar en ellos.

La paciencia tiende a confundirse con pasividad, y eso es un error, porque quien espera con paciencia y calma lo hace de forma activa. La espera activa es esperanza, es persistencia y es coraje para mantener la mirada fija en el largo plazo. Algo que distingue al impaciente del paciente, es que el primero considera que el objetivo es la meta, mientras que para el segundo, el objetivo es el punto de partida.

Pero ¿Cómo enfrentarnos al tiempo e impedirle que nos agobie? , ese es el gran reto que debemos enfrentar cada día, y la solución es entrenando, aprendiendo a respirar, a soltar el control, a dejar de juzgar y priorizar.

Para ayudarte en esta tarea desarrollé unas claves, que si las pones en práctica aprenderás a ser paciente, por ende, más sabio y por qué no, más feliz:

1. Respira de forma consciente. Respirar de forma consciente será tu ancla a la calma, tu ayuda para responder en lugar de reaccionar, para controlar tus impulsos, y saber manejar una situación delicada, hasta un conflicto. Es controlar la respiración en el momento que así lo dispones y hacerlo de forma pausada.

2. Identifica aquello que te impacienta. Cuando identificas a las persona, personas o situación que te altera y te impacienta, ya es un avance, una vez que das ese paso puedes decidir cómo reaccionar, si tomarlo con calma o dejarte llevar por tus impulsos.

3. Prioriza. Cuando vas por la vida sin objetivos claros y sin dirimir lo que es realmente prioritario y urgente, estarás invirtiendo tu tiempo y energías en cualquier cosa que no te aporta valor y terminarás siempre agotado, agobiado e impaciente.

Hay quienes inician su mañana haciendo una larga lista de cosas por hacer, y se les va el día intentando correr para cumplirlas todas, pero que tal si filtras esas tantas tareas por lo que realmente tienes que hacer, lo que en verdad quieres hacer y lo que puedes delegar.

4. Suelta el control. No todas las respuestas, ni las soluciones están en tus manos, no puedes controlar, por ejemplo, el retraso del autobús que te llevará a la oficina donde tendrás una reunión, ni puedes controlar el servicio tardío del restaurante al que acudiste para tu lunch, y mucho menos puedes acelerar el paso del office boy que te llevará un documento que esperas. No todo depende de ti, así que deja el intento de controlarlo todo, porque será una batalla que perderás siempre.

5. Aprende a esperar. Es vital que aprendas a aceptar que todo tiene un ritmo y una forma de hacer las cosas de forma distinta a ti, entender que tu compañero de trabajo puede dar con la solución de un problema tomando una ruta distinta a la que tú plantearías, por lo que debes respetar esa realidad y dejar de presionar a otros para acelerar soluciones y decisiones, créeme que de eso solo queda el cansancio y el desgaste.

6. Toma decisiones en calma. Evita tomar decisiones cuando te encuentres bajo presión, molesto o iracundo, te aseguro que hacerlo bajo esas circunstancias no te llevará a los mejores resultados. Lo recomendable es esperar a estar en calma, analizar las circunstancias bajo la óptica de la paciencia y decidir.

Son ejercicios vitales que te ayudarán a lograr cada objetivo que te traces, a disfrutar plenamente el presente, a dejarte deleitar por un paisaje, a saborear el momento, a mejorar la relación con otros y manejar con mayor eficacia el estrés.

Estamos claros que algunas personas presentan una mayor dificultad para controlar a ese ser impaciente e impulsivo, si te ves reflejado en este grupo, no dudes en contactar a un psicólogo, este te dará todas las herramientas y recursos para que, finalmente, aprendas a cultivar la paciencia.

Por: Jenny La Rotta

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