viernes, noviembre 22

Afectados de La Cañada: Pensamos que era un tsunami

«Escuchamos un sonido agudo y de pronto vimos que el techo se subió, después hizo para bajar, pero se fue. Todos quedamos en shock. Pensamos que era un tsunami», indicó Sandra Galué, una de las comerciantes afectadas por las trombas marina que causaron estragos.

Las parroquias Chiquinquirá y Concepción, de La Cañada de Urdaneta, fueron las más afectadas por el fenómeno natural, que según cifras oficiales causó daños en al menos 450 familias y dejo 25 heridos.

En el caso del mercado, Sol de Urdaneta indicó que son 80 comerciantes que hacen vida en el sitio que reportan pérdidas totales, mientras los restos del techó que se voló ya fueron recogidos por cuadrillas adscritas a diferentes entes, de las tres instancias de gobierno que ya instalaron el Estado Mayor para iniciar la reconstrucción de las zonas de desastre.

Describió el hecho como algo espantoso y aseguró que primero llegaron las lluvias, después todo se calmó y un estruendo que anunció el desprendimiento del techo. Galué entró en desesperación al saber que su hija estaba en la calle posterior a una farmacia cercana, donde cayó la estructura de aluminio que cubría el mercado.

«Pensé que cuando esto voló ella había quedado tapiada. Las piernas no me daban, yo estaba dentro de mi local y comenzó a caer agua otra vez. Toda mi mercancía (ropa) se dañó», contó la mujer.

Ahora su preocupación es que el tiempo en el que tardarán en recuperarse, mientras solucionan la situación del mercado, porque todos los que laboran allí son padres de familia que por ahora cuentan solo con las ganas de trabajar para llevar el pan a sus hogares.

Los 15 minutos de terror

En la parroquia Chiquinquirá, específicamente en La Ensenada, la destrucción en forma de manguera no solo, acabó con los techos, sino con la electricidad, una cancha, pero curiosamente la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá resultó intacta.

«A eso de las 12.00 o 12.30 del mediodía vimos como el techo se iba volando y una lata de zinc me cortó en el pie. Yo no me quería ir de mi casa y en ese momento el muchacho del frente me agarró y me sacó. Sólo veía que la manguera se llevaba parte de mi casa», contó Américo Rondón, vecino de La Ensenada, en el municipio La Cañada de Urdaneta.

La lesión que le causó el pedazo de techo fue cerrada por su hijo, un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana, con entrenamiento en primeros auxilio, y por eso pudo salir, pero sin evitar vivir en carne propia lo que es perder todo en menos de 15 minutos que fue el tiempo que duró todo el fenómeno de la naturaleza conocido por los lugareños como ‘manguera’.

La vecina de Rondón, Lalinia Gutierrez, permanece al cuidado de lo poco que pudo salvar, como su ropa, una cocina y un colchón todo mojado en el que pasó la noche, mientras su hijos de dos años, pasó la noche en el coche a la intemperie, porque el mismo vendaval se llevó el techo y parte de las paredes.

«Todo cayó sobre las piezas que son de nosotros. Perdimos incluso hasta las camas, perdimos todos los enseres en nuestro humilde hogar. Esto fue lo que Dios envió y fue bien recibido, porque para mi esto fue una bendición», afirmó la mujer.

Por ahora, las autoridades nacionales, regionales y municipales recogen escombros, buscan restablecer en los servicios a la brevedad posible y darle una respuesta a las familias que quedaron sin nada luego de la inestabilidad atmosférica.

Por: José Manuel Sanchez / Fotos: Lizaura Noriega